lunes, 14 de febrero de 2011

Parte V La experiencia en el pueblo

Días más tarde nombrarán a Andrés medico titular en Alcolea del Campo, un pueblo entre Castilla y Andalucía. Toma el tren en dirección a Córdoba, esta vez viaja en primera clase, y comparte vagón con un individu alto y un americano de aspecto pintoresco y un tanto repelente, pues nada más entrar, advierte a Andrés de que se encontraba en un vagón de no fumadores con aires de superioridad.
A mitad de trayecto aproximadamente, se acerca el revisor a su vagón, y Andrés y el hombre alto le enseñan el billete con naturalidad, pero en enseñarle el hombrecillo americano su billete, el revisor, le advirtió de que era de segunda y que no podía permanecer en ese vagón. El americano enfureció ni más dilación, y comenzó a lanzar una retahíla de insultos hacia España. Andrés se hizo el dormido. El hombre alto y rubio saltó en defensa de su país y le puso las cosas claras al americano de negro. Con el oído puesto en la discusión, Andrés comenzó a discurrir sobre cual podía ser la personalidad de ese curioso hombre de negro.
Tras llegar a Alcolea, Andrés se instaló en la Fonda de la Palma, una especie de hotel situado en el centro de la ciudad. Comió con unos hombre que conoció allí mismo, y acto seguido fue a visitar al secretario, con el que irán a ver al Doctor Sanchez. Mantuvo una tranquila conversa con este y poco después, el secretario lo acompañó de nuevo a la fonda. Miró por la ventana. Aquel pueblo le parecía un inmenso sepulcro.
Los primeros días resultaban tranquilos, apacibles, la única pega, el ardor estomacal. Andrés estaba harto de la fonda, y de su comida solo se comí caza, asados, guisos con especies... pidió un cambio. El Doctor Sánchez, le buscó una casa a las afueras, la casa le gustaba. Habitaba en ella una familia, compuesta por tres miembros, el padre José o el Pepinito, la madre Dorotea, una mujer de gran belleza y muy afable, y una hija pequeña. Andrés se instaló en una habitació de gran tamaño situada en el primer piso. La habitación le parecía magnífica, y pidió a la patrona, que era Dorotea, que le sirviese cada día un plato de legumbres para comer y cenar.
El Doctor Sánchez, tenía gran afición por los toros, y en ocasiones se ausentaba de su labor para acudir a las corridas. En una de estas, Andrés recibió la visita de un hombre que parecía advertirle de que la hija del molinero se encontraba en mal estado. Andrés acudió a la llamada y se dirigió a casa del molinero. En ver este, que no acudía a la enferma Don Tomás (el Doctor Sánchez), empezó a insultar a los médicos. En vista de la actitud de el molinero, Andrés le advirtió que como siguiera así se marchaba. Calló. Andrés examinó a la hija del molinero que padecía una infección en el hígado. Hizo un apaño y recomendó a los padres de la niña que la llevasen a un especialista a Madrid.
En enterarse el Doctor Sánchez, creyó que se trataba de una conspiración contra él y empezó a hablar mal de Andrés por el pueblo, no obstante, la pasividad y serenidad de Hurtado se ganaba a las gentes del pueblo. Andrés se informa sobre el estado económico y político de Alcolea. Aprende que años atrás, esta no tenía problemas de dinero, ya que cultivaban la viña, pero que una falta de instinto colectivo les llevó a la pobreza, ya que se negaron a cambiar el cultivo. Andrés se deprimía en ver esta falta de instinto grupal, y no entendía como el pueblo no reaccionaba ante este hecho. Además averigua que el poder político se reparte entre dos partidos únicos: Los Mochuelos (partido conservador) y los ratones (partido liberal), y que ambos abusaban de su poder. La corrupción que aun había en Alcolea, sobresaltó a Andrés. Su vida en la casa, iba a peor. Pensaba de Pepinito que era un completo imbécil, trataba mal a su mujer e hijas, era petulante y estúpido. Comenzó Andrés a frecuentar el casino donde conoció a, entre tantos otros, un hombre llamado Don Blas Carreño, un curioso personaje que hablaba como en tiempos medievales, le gustaba hablar con citas, utilizar expresiones de los libros y llamar a los pueblos por su nombre antiguo, un hidalgo como en los libros de aventuras.
Andrés comenzó a ganarse mala fama en Alcolea, se decía, que era mal intencionado, que tenía malas intenciones, Alcolea le amargaba y probó en dejar los libros de filosofía y reemplazarlos por libro de historia o astronomía. Nada le causaba el mismo efecto. Se puso a dieta, con lo que consiguió mejorar, y pasaba largos ratos en su cuarto.
Hubo un asesinato en Alcolea del Campo. La mujer del tío Garrota había caído de un quinto piso y de manera subsecuente, murió. Andrés llevó el caso como doctor junto a un juez. Juntos llegaron a la conclusión que la mujer cayó sin más, opinión que se contraponía con el pensamiento del pueblo que creía que el tío Garrota, su marido, la había matado.  Debido a esto, los pobres del pueblo no le querían. Así que decidió presentar la dimisión, despedirse de Don Blas Carreño y del juez, y hacer las maletas. La última noche, aprovechando que estaban solos Dorotea y Andrés, éste se declaró y pasaron la noche juntos. A la mañana siguiente, Andrés se marchó camino de Aranjuez.






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